Continuación de Libelo de sangre, la autora nos vuelve a sumergir con gran maestría en el Madrid del siglo XVII.
Tras el auto de fe que lo ha dejado huérfano, Alonso acude a la Inclusa para recuperar a su hermano Diego, pero allí recibe la noticia de que ha fallecido. Roto de pena, Alonso se apoya en sus amigos Juan y Antonio, quienes le ayudan a superar esta nueva pérdida, sumergiéndole en el mundo de la picaresca.
Una noche rescatan de un atraco a don Gonzalo Soto de Armendía, marqués de Velarde, quien los recompensa incorporándolos al servicio de su casa.
A partir de ahí, la vida de Alonso tomará un nuevo rumbo.
Lo que más me gustó es que la autora describe tan bien la villa de Madrid que parece que hubiera vivido en ella en la época en la que está ambientada la novela.
Me gustó tanto como la primera.
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