Andrés Hurtado es un estudiante madrileño de medicina que vive humildemente con su padre y sus hermanos.
Cuenta el libro su vida, tanto personal como profesional, desde que empieza la carrera hasta su muerte, pasando por sus distintos destinos de médico, su matrimonio y la muerte de su hijo y su mujer a consecuencia del parto.
Es una historia triste y deprimente. No me gustó, aunque le reconozco el mérito de estar muy bien escrita, pero rezuma pesimismo por todas partes.
El autor tiene un concepto pésimo de la especie humana y peor aún del pueblo español.
Memorias( y también reflexiones) detalladas sobre el sufrimiento, la pérdida y el duelo a raíz de la muerte repentina del esposo de la escritora y la grave enfermedad de su hija, sucesos que tienen lugar en un corto espacio de tiempo.
Joan Didion narra, con una lucidez total, el proceso que relata y eso no puede dejar indiferente a ningún lector.
Historia de la rica familia Lax en la Barcelona del siglo XX, centrada principalmente en el primogénito de la familia, Amadeo Lax, pintor famoso, pero con una personalidad compleja y oscura.
También son figuras destacadas de la obra la madre de Amador, María del Roser, su nodriza Conchita y la nieta del pintor, Violeta, que, a finales del siglo XX, es una experta en la obra de su abuelo, fallecido hace tiempo.
Violeta viene a Barcelona desde Estados Unidos y, visitando el antiguo palacete de la familia, que ahora es propiedad de la Ganeralitat, hacen un macabro descubrimiento.
La novela está bastante bien aunque, con tanto salto en el tiempo, me despistó algunas veces.
Emilio, un antiguo director de banca que sufre principios de Alzheimer, es internado por su hijo en una residencia de ancianos.
Allí hace amistad con su compañero de habitación que le ayuda a sobrellevar el día a día.
Me dejó un poco descolocada. No era lo que me esperaba. Pero está muy bien.
Trata la vejez y sus achaques con realismo y delicadeza sin caer en ningún exceso.
Último libro de la trilogía, en el que la inspectora Salazar tiene que investigar los asesinatos de varias niñas de tierna edad cometidos por sus progenitores como parte de un ritual.
A la vez, la protagonista pasa por una crisis en su matrimonio, pierde a su más cercano colaborador y, al final, consigue encajar la mayoría de las piezas que quedaban sueltas de anteriores investigaciones y que , de algún modo, estaban relacionadas con el caso actual.
La autora deja la solución de algunas incógnitas a la imaginación del lector; pero el final, ya previsible en la última parte, está muy bien resuelto.
Aunque extensa, como las otras dos, se lee de un tirón.
En esta segunda entrega de la trilogía del Baztán Amaia Salazar, ascendida a inspectora jefa de homicidios de la Policía Foral, asiste al juicio contra el asesino de Johana Márquez, su padrastro.
Pero el juez avisa que el juicio tiene que suspenderse porque el acusado se ha suicidado. Lo ha hecho en los baños del juzgado dejando una nota para la inspectora Salazar con una sola palabra: Tarttalo.
Aquí empieza una nueva investigación que enlaza con la trama de la novela anterior: "El guardián invisible".
La he leído en un plis-plas y no es pequeña, pero si muy adictiva. Para mí aún más que la primera.
La policía foral Amaia Salazar, con un pasado de maltrato por parte de su madre y que ahora vive felizmente casada en Pamplona, es llamada para hacerse cargo de la investigación del asesinato de una adolescente cuyo cuerpo ha aparecido a orillas del río Baztán.
La investigación la lleva a su pueblo natal, a rememorar los fantasmas de su pasado y a otro asesinato ocurrido con anterioridad en la misma zona y en circunstancias muy similares.
Novela que engancha desde el principio, muy bien montada y narrada.
Le pondría dos pegas: mucha mitología local y un final un poco precipitado.
