Rita aparece muerta colgada del campanario de la torre de la iglesia del pueblo; pero Elena, su madre y único familiar vivo, no está conforme con el informe policial que considera que se trata de un suicidio y decide investigar por su cuenta.
Pero Elena tiene un singular Parkinson en estado avanzado y sabe que no es dueña de su cuerpo. Así que se dirige a la capital, con todo lo que eso significa para su maltrecho cuerpo, para intentar cobrar una supuesta deuda y así tener un cuerpo útil que haga lo que ella no puede hacer.
Una muy buena novela sobre el complicado amor materno-filial, la decrepitud y el derecho a decidir. También sobre las expectativas que los demás tienen sobre nosotros y las imposiciones de la sociedad.
Un gran aplauso por la obra de Claudia Piñeiro. Me encanta cómo escribe y cómo aborda con elegancia todos los temas, hasta los más escabrosos.