Ya he leído unos cuantos libros de Matilde Asensi y, aunque todos se dejan leer con facilidad, éste es, con diferencia, el que más me gustó.
La historia cuenta la investigación que tienen que llevar a cabo tres personajes(una monja archivera del Vaticano, un arqueólogo agnóstico y un oficial de la guardia vaticana)para recuperar fragmentos de la Vera Cruz sustraídos en diversas iglesias del mundo.
Para ello tienen que seguir las indicaciones que va dando Dante en su Divina Comedia para superar las etapas del Purgatorio, pruebas que sufrirán los tres en sus propias carnes.
Lo único que no me gustó fue el final, lo veo un poco forzado.
La historia sucede cuando Napoleón está en Egipto y, faltando tres días para su trigésimo cumpleaños, entra en la Gran Pirámide para conocer el secreto de la inmortalidad.
No lo llega a conocer, evidentemente, ya que comprende que para hacerlo debe morir antes.
Se lee muy bien, pero no me gustó demasiado. Esperaba más.
El relato comienza cuando Marlow, un viejo marinero a bordo de un barco en el Támesis, cuenta a sus compañeros una aventura vivida años atrás en África.
Aunque la historia cuenta la lucha de Marlow contra los elementos de la naturaleza y también la expoliación por parte del mundo occidental de las riquezas del continente africano, Conrad, paralelamente, nos va introduciendo poco a poco en la parte más oscura del alma humana.
Es la segunda vez que leo este libro y, aunque lo he entendido mejor, sigue sin gustarme aunque tengo que reconocer que está escrito de manera genial.
Este libro describe la antigua ruta de la seda con los ojos de un viajero que pasó por la misma hace ya varios años y va constatando los cambios (casi siempre a peor) que se fueron produciendo en la misma desde el anterior viaje hasta éste.
El viajero recorre más de once mil kilómetros en unos ocho meses utilizando cualquier medio de transporte, desde una caballería hasta un camión que se preste a llevarlo, cuando no tiene que hacer el recorrido a pie.
El autor muestra un gran conocimiento de la región en todos los ámbitos y hace gala de una gran maestría narrativa, pero aún así está claro que los libros de viajes no son mis preferidos.
