Han pasado veinte años desde que el Western State Hospital cerró sus puertas y sus últimos pacientes se reintegraron a la sociedad
. Francis Petrel tenía poco más de veinte años cuando su familia lo recluyo en el psiquiátrico.
Ahora, lleva una vida solitaria, alojado en un piso barato y permanentemente medicado para acallar el coro de voces de su cabeza.
Pero un reencuentro remueve algo profundo en la mente de Francis que le lleva a recordar los truculentos hechos que condujeron al cierre de la institución y el asesinato sin resolver de una joven enfermera, cuyo cadáver mutilado fue encontrado una noche después del cierre de las luces.
Lectura un poco complicada porque el narrador de la mayor parte de la historia es un esquizofrénico. Aún así, tiene un buen ritmo que nos lleva constantemente del pasado al presente y no nos deja vislumbrar si habrá un final satisfactorio.
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